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Tenía unas altas expectativas sobre esta ciudad...y no es para menos. Me ha ENCANTADO.
San Francisco es esa mezcla curiosa de casas de estilo Victoriano, una geografía accidentada llena de subidas y bajadas (de infarto, y doy fé...), con gente de todo tipo, en una bahía que goza de un microclima único en la zona, y con mucho mucho mucho ENCANTO. Según llegamos a mediodía, ya estábamos ansiosos por ver la ciudad que tantas veces habíamos intentado imaginar. Justo teníamos el hotel en Union Square, lo que hizo que fuera súper fácil movernos tanto a pié, como por transporte público. La mayoría de las cosas no es que estén muy lejos, lo que pasa es que subes un rato la cuesta y cuando ya te quedas sin oxígeno piensas que quizás sea mejor vivir para contarlo... Lo de las cuestas como ya he dicho antes, ¡es exagerado!. Yo había visto fotos y pelis, y bueno, no parecen para tanto...pero ¡madre mía cuando llegas allí!. Es impensable ver la ciudad a pié como por ejemplo hicimos prácticamente en Nueva York. Ésta es súper cómoda, y recuerdo que uno de los días hicimos como 30 kilómetros andando según mi Fitbit, sin coger el metro. Te lías , te lías...y acabas en el puente de Brooklin desde Central Park ( ya hay una buena tiradita...). Como iba diciendo, en San Francisco es impensable. Lo mejor, sus tranvías. Son geniales. Diversión asegurada. Montar en el Cable Car te transporta a otra época (además de transportarte de sitio). Sacar la cabeza, asomarte para ver como sube y baja, con el aire dándote en la cara, y no parar de sonreir, porque te parece increíble estar ahí. Nosotros teníamos el Cable Car a unos 150 metros del hotel, y vimos el cambio manual millones de veces, porque lo teníamos siempre al lado. Lo primero que hicimos además de dejar las maletas en el hotel, fue bajar a comer. Me habían hablado de un restaurante muy bueno, cerca de donde yo estaba, a unos 100 metros, así que no nos lo pensamos y allá que fuimos. El sitio se llama “Cheesecake Factory”. Estaba en la planta 7 del Macy's de Union Square, y es un acierto en toda regla. Menudas hamburguesas... ¡¡que sabor, que textura, que olor, que todo!!!! De hecho repetimos varios días. Los camareros amabilísimos, y además de estar todo exquisito, eran raciones enormes. Ya me advirtieron sobre esto, y como también hice caso, ni entrantes, ni ensalada, ni nada... sólo la hamburguesa...y menos mal. Probamos varias, y todas buenísimas, así que no puedo recomendar en concreto ninguna. Luego tomamos su famosa tarta cheesecake... Creo que no hace falta mencionar que la primera cuesta la bajamos rodando...jajaja. Después fuimos a comprar el “MUNI PASS” que es un bono de transporte que te vale para varios días (depende de los días que compres), y lo rentabilizas con una vez que te montes en el Cable Car...Porque el precio del cable car a fecha de Septiembre de 2015 es de 6 dólares por viaje. Como estábamos en el centro, ya lo que aguantamos de tarde- noche fue pasear por el barrio chino (de los más auténticos que he visitado...por encima de Nueva York -que están más americanizados- y de Londres, bajo mi humilde punto de vista), hasta Russian Hill y Nob Hill. Siempre, siempre, siempre rodeando el barrio de Tenderloin. De este barrio hablaré más adelante. Agotados, nos fuimos a descansar que aunque parezca mentira, ese día llevábamos ya 6 horazas de avión que hay desde Nueva York hasta San Francisco, y todo lo que eso conllevaba. Estaba bien por ese día. Ya tenía un planning pre-establecido. A la mañana siguiente nos tocaba visitar la zona del embarcadero. Cogimos un tranvía para ir hasta la zona donde comenzaban los muelles, y mientras tanto disfrutábamos de un bonito paseo en un tranvía antiguo, porque aunque este no era el cable car, era también de hace bastantes años. Todo con muchísimo encanto. Nos bajamos en la parada del Pier 39. Estuvimos visitando las tiendas y las callejuelas de aquel barrio. Fuimos andando hasta la zona del Presidio, también con cuestas...Lástima que no pudiera alquilar una bici...(lo dejo para la próxima, no sé cuando, pero volveré). El Pier 39 es una pasada, precioso de madera, con miles de tiendas a cual más chula...y como broche final, el muelle lleno de leones marinos. ¡¡ Qué viaje lleno de contrastes!! Estuvimos haciendo mil fotos, y riéndonos de sus juegos. Eran graciosísimos. Después fuimos a comer la tradicional sopa de cangrejo que se sirve sobre un pan típico vacío de miga. Es una sopa que está bien pero tampoco es para tirar cohetes. Me gusta mil veces más la sopita de marisco que prepara mi madre, jejeje :P Comimos y nos fuimos al Pier 33, desde donde sale el barco para la excursión de Alcatraz. La cárcel impone y no es para menos. Te cuentan todo lo que aconteció allí, y algo que me llamó muchísimo la atención fue el siguiente mensaje: “ Si rompes las reglas vas a la cárcel, si rompes las reglas de la cárcel vas a Alcatraz”. To be Continued... La próxima semana otro post, sobre los días que nos quedan en San Francisco, y nuestro camino a Yosemite National Park. Feliz Martes. |
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Noviembre 2016
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