Como todos sabéis, el domingo cumplí una de mis metas...Hice los 10 primeros kilómetros de mi vida, corriendo, ¡ahí es ná!.
Casi sin planteármelo, unos amigos nos dijeron a Jose y a mí, que si nos apuntábamos con ellos a alguna carrera este invierno. La verdad es que yo estaba entrenando, para superarme en kilómetros, pero aún no me había planteado en serio, apuntarme a ninguna carrera popular. Ya me costaba hacer 6 kilómetros..pues 10 km , me parecía una barbaridad. Finalmente, como estábamos entre risas y yo estaba animada, acepté el reto. Esto fue la noche de Halloween, con lo que tenía que entrenar duro, si quería conseguirlo, ya que por entonces, me hacía 6 kilómetros, sufriendo y 7 kilómetros, viendo un túnel con una luz blanca resplandeciente al final...Vamos, al borde de la muerte.
Para lo bueno, y para lo malo, soy muy comprometida, con todo lo que me propongo. Con lo que empecé a tomarme algo más en serio el tema de salir a entrenar. No sólo una vez por semana, si no dos o tres, además de intentar combinar con gimnasio. Procuraba que fueran clases de tonificación, y el cardio, lo dejaba para el running.
Al final, pasaban los días y ya tuvimos que decidir carrera. Estábamos entre 4: Ponle Freno, Carrera Solidaria BBVA, Carrera Papanoel y Carrera de las Empresas. Por día de celebración, la que mejor nos cuadraba era la de Ponle Freno, porque las demás eran más en diciembre y como todos estamos en esas fechas ya metidos en los excesos navideños, decidimos la del último fin de semana de Noviembre. Eso quería decir, que me quedaban 10 días para prepararme.
Llegó el día de la Carrera. Yo no había dormido absolutamente NADA, por los nervios. Me pasé la noche hablando conmigo misma...
Vir: ¿pero por qué estás nerviosa?
Virgi: No sé, no lo entiendo...
Vir: Si no pasa nada, si puedes bien, y si no, también....
Virgi: Ya! pero no sé si lo conseguiré...
Vir: pues si ves que no puedes, vas andando...
Virgi: pero yo no quiero andar, quiero hacerla CORRIENDO, sin parar...
Vir: Ya bastante es, dar el paso, y haber estado entrenando...
En fín, todo así...un "sinsentido". Yo no lo entendía, pero tenía el corazón a mil.
Nos levantamos a las 7 de la mañana. Desayunamos y a las 7.45h, ya estábamos en el coche camino a Madrid. Aparcamos en los alrededores de El Retiro. Llegamos con bastante antelación y ya fuimos tomando posición. Fotitos de rigor.
A pocos minutos del pistoletazo de salida, yo ya llevaba un rato intentando contener las lágrimas, pero al final me fue imposible. Sólo miraba a toda esa cantidad de personas, que como yo, venían a cumplir una meta, a pasarlo bien con otros amigos, a ayudar a una causa social como las víctimas de accidentes de coche. La gente reía, y yo en ese instante, lloraba. Me sentía inmensamente feliz, por ser capaz de estar allí. Por compartirlo con la persona con quien quiero compartir todo en la vida.
Por fín, dieron la salida y ya comenzamos a trotar, hasta que se despejó un poco el camino. Le dijimos a nuestra compi Kyoko que ella consiguiera su tiempo y que nos veríamos en la meta. Así fue. Jose decidió acompañarme a mi ritmo, preocupándose en todo momento por ayudarme a gestionar esfuerzo y respiración. Durante el primer kilómetro, comencé a notar flato. Me preocupé bastante porque en algunos entrenamientos, llegaba a doblarme y ya no podía correr. Jose me dijo que cogiera mucho aire, que respirara por la boca, y también me acordé de mi compi Luis, que aunque yo nunca le creí, me decía que lo del flato es psicológico, que nunca nadie le ha imposibilitado hacer nada. Así que respirando por la boca, comencé a mirar a mi alrededor, para empezar a fijarme en todo lo que me rodeaba. Pensé que si ya en el kilómetro 1 estaba así, tendría que tener preparado el 112 en el móvil, para el kilómetro 5. A priori, lo que me dí cuenta es que todo el mundo me adelantaba. ¡pues vaya plan! (pensé). Pensaba en el día tan maravilloso que hacía, que no hacía demasiado frío y que además no nos llovía. Lucía un sol radiante. Me estaba saltando un semáforo en rojo, en pleno centro de Madrid. Jajaja, yo pensaba en cualquier cosa para no pensar en el flato...y funcionó. Cuando me quise dar cuenta ya llevaba 5 kilómetros y estaba en la Puerta de Alcalá. Nos cruzamos con gente de nuestra misma carrera, y Jose me decía que eran ya los primeros en llegar a la meta de nuestros 10 km... ¡Ojiplática me dejas! Claro, no todo el mundo era una tortuga con flato como yo.
Comenzamos a aplaudir y dar ánimos, y también buscábamos a nuestro compi que se adelantó para hacer su tiempo. Bajamos hasta Cibeles, y nos encontramos con el avituallamiento. ¡Ay, que botellitas más monas! ¡Una para mí!.
Ya en la Castellana, aunque era con una leve pendiente, no dejaba de asombrarme de estar recorriendo las calles, sin tráfico, y mirando a un lado y otro los elegantes edificios...Me encanta Madrid, y cada día más (aunque no soporto su tráfico). Miré de nuevo a todos los compañeros de carrera. Había de todo, padres llevando en carros a sus hijos, alt@s, baj@s, gord@s, [email protected] personas con otro tipo de características que no me atrevo a mencionar, por miedo a que se malinterprete.. Lo que nuevamente, me daba una lección moral que yo ya sabía...pero que ya se grababa a fuego. Querer es poder, y todas las limitaciones nos las ponemos nosotros mismos, en nuestra cabeza.
Cuando quise ser consciente, ya estaba en el kiómetro 8, y con una sensación buenísima. Sin cansancio y bien. Pero justo, se acercaba lo peor. La subida hacia El Retiro, desde la Cibeles nuevamente. Ya empezaba a costar cada zancada, cada respiración. Me quedaban tan sólo 2 kilómetros...pero claro, era uno de los peores. La subida. Jose no hacía más que decirme que ya lo tenía, que era una campeona y que lo estaba consiguiendo. Todavía siento su mano, sobre mi espalda, su calor. En todo momento, su apoyo. Por fín llegué a la recta final. Ya veía al fondo el arco de meta. Me costaba respirar, pero en ningún momento pensé en tirar la toalla. Ya olía el triunfo y no me lo podía permitir. Eran tan sólo unos metros... En ese instante, Jose me cogió de la mano, para cruzar los últimos metros juntos y terminó dándome su fuerza para llegar. Entre sacudidas con los brazos, cruzamos la meta. Juntos, unidos y llenos de alegría. Le besé y le abracé fuerte. Jose se emocionó y todo. Yo no tenía fuerzas, ni para llorar. Sólo podía preocuparme por recuperar la respiración, pero sólo con la mirada ya le agradecía todo lo que me había ayudado, antes, durante y después de la carrera. Está claro que nadie puede hacer nada por nadie, al final, o haces tú las cosas o no las podrá hacer nadie por ti. Pero yo tengo que reconocer, su enorme apoyo en todo momento y que muchas veces ha sido el empujón que me hacía falta para hacer las cosas. No puedo estarle más agradecida, ni sentirme más afortunada, por compartir todo eso con él. Gracias por todo, y por tanto. Por todo lo que me queda por agradecerte. Te quiero.
Para muestra, un botón.
Esto no es más que la crónica de mi afán de superación. Pero cada uno de vosotros tendrá otra parecida. Ya no sólo a nivel físico (aunque yo ya no sé si esto ha sido más esfuerzo físico, o casi ha sido en gran parte, psicológico) si no de cualquier cosa que cada uno nos propongamos. Esto me lo cuentan hace 4 años y no me lo creo...incluso hace un año, tampoco. Querer algo y conseguirlo con esfuerzo, es lo más gratificante que hay. Saber que te lo mereces, y saber que todo el esfuerzo ha merecido la pena. Todos tenemos que tener algo en nuestras vidas, por lo que sentirnos orgullosos, y que eso, nos mueva y haga que nos esforcemos en conseguir otros.
Mucho ánimo a todos los que estéis intentando conseguir retos, seguro que lo lograréis.
Besos y feliz miércoles.
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