Cuanto mayor me hago, más me doy cuenta de todo lo que valen. Recuerdo que con la edad del pavo, sólo quería que se fueran de viaje, para quedarme sola en casa y aunque no he sido de hacer fiestas ni liarla, al menos estaría tranquila, sin que me mandaran hacer esto o lo otro, o simplemente imponiendo sus reglas, que para nada me gustaban.
Recuerdo, que una vez, hice llorar a mi madre, porque no quería quedarme con ellos ese fin de semana...Quería irme con mi tía a su chalet. Mis tíos tenían un chalet en una urbanización, con chicos de mi edad, bicis, motos, y sin obligaciones, ¡un paraíso para cualquier adolescente!. Yo además tenía el handicap de que me acoplaba con mi prima, 6 años mayor, y yo estaba allí en mi salsa. Con mis amiguitos por el día, y luego alguna que otra noche, con mi prima de cachondeo con 13 años...No bebía ni fumaba ni nada de nada...pero yo bailoteando, y viendo lo que hacían los mayores, estaba tan pichi.
Mi madre, por lo que fuera -que ya no recuerdo-, quería que yo me quedara aquí en Madrid un fin de semana, y yo la dije muchísimas cosas de las que ahora me arrepiento. Esto jamás se me ha olvidado, porque mi madre jamás se merecía eso. Jamás tenía que llorar por eso, por mi culpa.
Quizás cuando somos más jóvenes, no nos damos cuenta, no vemos el valor que tienen que los tengamos ahí. Con el paso de los años, según se va madurando, me he dado cuenta de lo imprescindibles que son para mí. Son unos de los pilares de mi vida. Si necesito consejo u opinión, aunque me los puede dar cualquiera (¡son gratis!), yo los que más en cuenta tengo, son los de ellos. De mis incondicionales. Da igual donde esté, donde vaya o donde quiera ir...ellos siempre me acompañan. Me hacen la vida más fácil. Están en todo detalle. No tienen límites para mí.
Recuerdo, que cuando fui a recoger mis cosas de lo que era mi hogar, mi padre me acompañaba. Él siempre había delegado los temas sentimentales en mi madre, las mujeres nos entendemos mejor. Tras coger mis cosas, y romper a llorar, jamás olvidaré su abrazo, y sus palabras : “Nena, más vale tarde que nunca, porque la vida se te hubiera hecho muy larga”. Le miré y fue como si me quitaran una losa de 100 kilos de encima. Mi padre, que jamás se había pronunciado en mis temas sentimentales, porque tiene fama de ser un elefante en una cacharrería, me dió justo el impulso que necesitaba en aquel momento. Simplemente por el hecho de su apoyo, de ver que de cualquier manera, me estaba apoyando. Tenía una dura tarea por delante...pasar página, pero con estos apoyos, todo sería más fácil.
Ahora sé, que no tendré vida para agradecerles todo lo que hacen por mí. Por como se desviven por atenderme, aún con mis 33 años. Cómo se preocupan de que no vaya sóla, de que no tropiece en el camino, y si tropiezo, sus manos son las primeras que veo para ayudarme a continuar. Las palabras de ánimo, tanta entrega y devoción, sus palabras de “no te preocupes tú por eso”...me dan tranquilidad y sosiego. Tenerles es tener un as en la manga siempre, un cheque en blanco, mucho más, mucho mejor.
Sé que todo el mundo está agradecido por los padres que tiene (o que ha tenido), pero creo que deberíamos hacérselo saber. Tienen que saber cada día lo mucho que les queremos, lo orgullosos que estamos de ellos... Aunque ya sean mayores, o incluso estén malitos. El reconocimiento a las personas es la mejor medicina de la vida. Entiendo todo lo que se desviven también con mis "abuelos". Yo no quiero pensar que el día de mañana no estén, y que no sepan tooooodo lo que les quiero y lo agradecida que les estoy. Lo orgullosísima de ellos que estoy por haberme dado tanto, tan incuantificable, tan incondicional.
Son lo más, y desde aquí tan sólo decirles GRACIAS POR TODO Y TANTO. Estaré siempre a vuestro lado, cuando me necesitéis, y sólo espero ser al menos un poco parecida como “m/padres” el día de mañana. Os adoro.
GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS
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Mi madre, por lo que fuera -que ya no recuerdo-, quería que yo me quedara aquí en Madrid un fin de semana, y yo la dije muchísimas cosas de las que ahora me arrepiento. Esto jamás se me ha olvidado, porque mi madre jamás se merecía eso. Jamás tenía que llorar por eso, por mi culpa.
Quizás cuando somos más jóvenes, no nos damos cuenta, no vemos el valor que tienen que los tengamos ahí. Con el paso de los años, según se va madurando, me he dado cuenta de lo imprescindibles que son para mí. Son unos de los pilares de mi vida. Si necesito consejo u opinión, aunque me los puede dar cualquiera (¡son gratis!), yo los que más en cuenta tengo, son los de ellos. De mis incondicionales. Da igual donde esté, donde vaya o donde quiera ir...ellos siempre me acompañan. Me hacen la vida más fácil. Están en todo detalle. No tienen límites para mí.
Recuerdo, que cuando fui a recoger mis cosas de lo que era mi hogar, mi padre me acompañaba. Él siempre había delegado los temas sentimentales en mi madre, las mujeres nos entendemos mejor. Tras coger mis cosas, y romper a llorar, jamás olvidaré su abrazo, y sus palabras : “Nena, más vale tarde que nunca, porque la vida se te hubiera hecho muy larga”. Le miré y fue como si me quitaran una losa de 100 kilos de encima. Mi padre, que jamás se había pronunciado en mis temas sentimentales, porque tiene fama de ser un elefante en una cacharrería, me dió justo el impulso que necesitaba en aquel momento. Simplemente por el hecho de su apoyo, de ver que de cualquier manera, me estaba apoyando. Tenía una dura tarea por delante...pasar página, pero con estos apoyos, todo sería más fácil.
Ahora sé, que no tendré vida para agradecerles todo lo que hacen por mí. Por como se desviven por atenderme, aún con mis 33 años. Cómo se preocupan de que no vaya sóla, de que no tropiece en el camino, y si tropiezo, sus manos son las primeras que veo para ayudarme a continuar. Las palabras de ánimo, tanta entrega y devoción, sus palabras de “no te preocupes tú por eso”...me dan tranquilidad y sosiego. Tenerles es tener un as en la manga siempre, un cheque en blanco, mucho más, mucho mejor.
Sé que todo el mundo está agradecido por los padres que tiene (o que ha tenido), pero creo que deberíamos hacérselo saber. Tienen que saber cada día lo mucho que les queremos, lo orgullosos que estamos de ellos... Aunque ya sean mayores, o incluso estén malitos. El reconocimiento a las personas es la mejor medicina de la vida. Entiendo todo lo que se desviven también con mis "abuelos". Yo no quiero pensar que el día de mañana no estén, y que no sepan tooooodo lo que les quiero y lo agradecida que les estoy. Lo orgullosísima de ellos que estoy por haberme dado tanto, tan incuantificable, tan incondicional.
Son lo más, y desde aquí tan sólo decirles GRACIAS POR TODO Y TANTO. Estaré siempre a vuestro lado, cuando me necesitéis, y sólo espero ser al menos un poco parecida como “m/padres” el día de mañana. Os adoro.
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